Es la primera mujer nombrada en la historia de las matemáticas.
Hipatía nació en Alejandría, en el año 370 d. C. Su padre, Teón,
matemático y profesor del Museo, se preocupó de dotarla de una excelente
formación.
Vigiló minuciosamente la educación del cuerpo y de la mente de su hija, pues quería que fuese un ser humano perfecto. Y en efecto consiguió que tanto la belleza como el talento de Hipatía llegaran a ser legendarios.
Hipatía fue una filósofa, una astrónoma y una matemática excepcional que superó incluso a su padre. Durante veinte años enseñó matemáticas, astronomía, lógica, filosofía, mecánica…, y fue llamada “La Filósofa” lo que en griego es sinónimo de sabia.
De todas partes del mundo llegaban estudiantes para aprender de ella, y su sabiduría era reconocida por toda la gente de su época.
Se tienen noticias de muchas de sus contribuciones científicas como la invención de aparatos tales como el aerómetro (aparato que sirve para medir líquidos); un planisferio; un aparato para medir el nivel del agua; otro para destilar agua, y la construcción de un astrolabio para localizar la altura de los astros sobre el horizonte.
Trabajó también Sobre el Comentario a la Aritmética de Diofanto, en trece libros y Sobre la Geometría de las Cónicas de Apolonio, en
ocho tomos. El primer escrito trata sobre las ecuaciones que luego serán llamadas diofánticas, con soluciones enteras, y el segundo recoge el conocimiento que sobre las cónicas se ha tenido hasta el siglo XVII, cuando vuelven a ser estudiadas por Kepler, para aplicarlas al movimiento de los planetas.
Hipatía, al igual que sus antepasados griegos, sentía una gran atracción por las secciones cónicas, figuras geométricas que se forman cuando un plano pasa por un cono.
Fue símbolo del ideal griego, pues reunía sabiduría, belleza, razón y pensamiento filosófico, pero además era una mujer, una mujer científica y con un papel político importante. Todo esto unido a su negativa a convertirse al cristianismo culminó con su brutal asesinato a manos de un grupo de exaltados.
Esa época (comienzo de la Edad Media) supuso una paralización en el desarrollo de las matemáticas del mundo occidental.
Hipatía fue una filósofa, una astrónoma y una matemática excepcional que superó incluso a su padre. Durante veinte años enseñó matemáticas, astronomía, lógica, filosofía, mecánica…, y fue llamada “La Filósofa” lo que en griego es sinónimo de sabia.
De todas partes del mundo llegaban estudiantes para aprender de ella, y su sabiduría era reconocida por toda la gente de su época.
Se tienen noticias de muchas de sus contribuciones científicas como la invención de aparatos tales como el aerómetro (aparato que sirve para medir líquidos); un planisferio; un aparato para medir el nivel del agua; otro para destilar agua, y la construcción de un astrolabio para localizar la altura de los astros sobre el horizonte.
Trabajó también Sobre el Comentario a la Aritmética de Diofanto, en trece libros y Sobre la Geometría de las Cónicas de Apolonio, en
ocho tomos. El primer escrito trata sobre las ecuaciones que luego serán llamadas diofánticas, con soluciones enteras, y el segundo recoge el conocimiento que sobre las cónicas se ha tenido hasta el siglo XVII, cuando vuelven a ser estudiadas por Kepler, para aplicarlas al movimiento de los planetas.
Hipatía, al igual que sus antepasados griegos, sentía una gran atracción por las secciones cónicas, figuras geométricas que se forman cuando un plano pasa por un cono.
Fue símbolo del ideal griego, pues reunía sabiduría, belleza, razón y pensamiento filosófico, pero además era una mujer, una mujer científica y con un papel político importante. Todo esto unido a su negativa a convertirse al cristianismo culminó con su brutal asesinato a manos de un grupo de exaltados.
Esa época (comienzo de la Edad Media) supuso una paralización en el desarrollo de las matemáticas del mundo occidental.
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