El
latido del corazón es un fenómeno esencialmente periódico de importancia vital,
sin exageración alguna. Sus alteraciones funcionales o arritmias ofrecen magníficos ejemplos para traducir los rasgos
fisiológicos en propiedades gráficas y viceversa.
Esa
traducción es posible gracias a los electrocardiogramas. En la figura
apreciamos:
- (a) Un electrocardiograma normal, con período 0,83 segundos (60/0,83 = 72 pulsaciones/min).
- (b) Un electrocardiograma de una persona con bradicardia (=¨corazón lento¨). Es típico en los atletas; algunos tienen menos de 40 pulsaciones/min en reposo.
- (c) Un electrocardiograma de alguien que sufre taquicardia (=¨corazón rápido¨), con período de 0,4 segundos, unas 150 pulsaciones/min. Cada grado de fiebre lo hace subir unos 18 latidos/min.
Observa que esas tres gráficas son contracción
horizontal unas de otras; están relacionadas como f(t) y f(kt).
Pero las tres eran funcionamientos periódicos del
corazón. Desgraciadamente, con frecuencia este maravilloso músculo pierde su
periodicidad. Es el caso en el que se ha producido un latido prematuro o un latido
fallido. En ambas gráficas se rompe la periodicidad.
También la taquicardia puede romper la periodicidad,
si es pasajera, que es a lo que los profanos solemos referirnos con ese
término. Los cardiólogos la denominan taquicardia
paroxística. La de origen auricular
puede durar desde unos segundos a un tiempo largo, hasta que el paroxismo
desaparece y el marcapasos de nuestro corazón recupera su ritmo normal. La
Figura 11.30 es un buen ejemplo: la frecuencia cardíaca ha pasado bruscamente
de unos 95 a 150 latidos/min.
La de origen ventricular
suele ser muy breve, intensa (Fig. 11.31) y grave, ya que denota trastornos
serios en los ventrículos. La auricular, por el contrario, más frecuente y que
nos produce una preocupación innegable, no suele pasar de producir una cierta
debilidad mientras se mantienen los paroxismos, pero nada más.
La arritmia más grave es la fibrilación, incluso mortal si no se trata en el acto con masaje
cardíaco o por electrochoque. Impulsos cardíacos anormales hacen que muchas
pequeñas parcelas del corazón se contraigan a la vez mientras otras zonas
permanecen en reposo; no se produce contracción simultánea y el bombeo de
sangre es incorrecto. La pérdida de periodicidad en la fibrilación es ya total.
Para finalizar, y nunca mejor dicho, queda citar la
función más sencilla: la función nula. En un electrocardiograma representa algo
muy triste: el paro cardíaco, el
reposo último de una maquinaria perfectamente periódica, casi perfecta.
Autoevaluación:
Las dos gráficas corresponden a dos anomalías en el funcionamiento del corazón,
que se conocen en cardiología como ¨latido fallido¨ y ¨latido prematuro¨.
¿Puedes adivinar cuál corresponde a cada una de ellas?
Electrocardiagría básica
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